Sonata para un sonámbulo
Por Claudia Escobar.
Bajo el fauno occipital de tu boca se hace irresoluta la madrugada
En estas moléculas que hierven tras fatigada jauría de animales
Resuelvo quebrarme en cascada asfixiándome bajo la nave nodriza de tu espalda
Mientras amarras mi cuello entre tus exiliados dedos
Mientras mi larva excitada de lumen se corroe por todo tu cuerpo.
Paredes hechas piel
Por Claudia Escobar.
Cada sábana manoseada por carnes magulladas
Envolviéndose hasta el alma los cuerpos fecundos de la noche
Todos los fragmentos de hueso alado carcomidos por lava de ostra orgánica
Cuánta pradera acurrucada entre el ser y el dejarse ser.
Toda esquina fragmentada en tu cadera se remienda tras el aullido de tus entrañas
Toda plana algorítmica que se decanta mientras la respiración se asfixia
Se atiborra y empaña tras cristales que lloran pigmentos de piel
Tras selvas erráticas de lujuria vejada
Se cosen las horas bajo tu pecho mientras mis uñas arañan tu espalda.
Es ese momento donde toda costra se quiebra hasta dejarse caer.
Súplica del amante.
Por Claudia Escobar.
Tras la caminata luminar que astilla a tu niña
En verbos imberbes que sostienen su profecía en el tiempo
Mientras se arruga el aliento avejentado de alcohol
Y los insomnios son trincheras que condenan miedos
Estás tú arrimada a mi cuerpo
Calcada a vena en mi lóbulo occipital.
Cualquier cementerio embriagado de veneno se tiñe pradera frente a tu credo
Cualquier holocausto que hiere a fuego se santifica bajo la encomienda de tus palabras
Me refugio enteramente en el crepúsculo de tu pecho
Orillándome a tus ninfas que me condenan a morir en ellas.
Suelta las vendas que atrapan amaneceres
Sodomiza mi alma bajo el lumen con el que barnizas estas sábanas
Y haz un infierno benevolente con aquellas mentiras bonitas que me digas.
Pero sobre todo, haz sentir a este muerto vivo.
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